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Hola mi nombre es Martín Hernández, servidor de Dios en la Iglesia “Palabra En Acción“.

Me gustaría relatarles un poco del maravilloso encuentro que tuvimos tanto servidores y jóvenes en el Campamento “Hechos A Mano” que se llevó a cabo los días 16, 17 y 18 de agosto del presente año.

 

Tanto para pastores, jóvenes y servidores que tuvimos la dicha de poder asistir al campamento fue un evento maravilloso porque el Espíritu de Dios avivó en cada uno de nosotros.

Convivimos con la maravillosa creación de Dios, la naturaleza al realizar juegos deportivos y creativos para los jóvenes de diferentes iglesias que asistieron; quienes tienen el mismo sentir para nuestro Dios y poderles inculcar la semilla que el Señor nos manda a plantar en cada uno de los corazones quebrantados para que pueda ser rectificados en el nombre de Cristo Jesús.

En las plenarias fue un deleite podernos gozar con la juventud al alabar y glorificar a nuestro Rey de Reyes y Señor de Señores viendo como aún existen jóvenes dispuestos a adorar en espíritu y en verdad a nuestro creador.

 

De igual manera, compartirles a través de los pastores invitados que nuestro Dios usa en su Ministerio la Palabra de Dios que les hacía falta a sus corazones.

A pesar de servir a los jóvenes, tuve la dicha junto con mis demás hermanos en Cristo de llenarme del Espíritu Santo para manifestarlo y transmitirlo a los jóvenes asistentes al campamento.

 

No hay palabras para explicar lo maravilloso que ocurrió en ese lugar, ya sea con lo poco o mucho que puedo compartirles deseo que se den cuenta del maravilloso encuentro que tuvimos con nuestro Dios por medio de nuestra fe en Cristo Jesús.

Me llena de gozo ver que no fui el único que tiene este sentimiento, sino que con el testimonio de todos los jóvenes que pudieron acudir pude ver la magnificencia de nuestro Señor manifestada en cada uno de ellos.

 

Si algún joven que haya ido sin conocer de Cristo Jesús se le pudo inculcar esa semillita

en lo personal con mis familiares que tuvieron la dicha de asistir veo un cambio significativo hacia su fe.

Finalmente, me gustaría invitarlos para sembrar o avivar la Palabra de Dios y la llenura del Espíritu Santo en nuestras vidas.

 

“Oremos para que esa semilla crezca en tierra fértil y dé buenos frutos”.